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Artista multidisciplinario de Costa Rica.

Cali Rivera es uno de los artistas más refinados del medio cultural costarricense, al hacer de su vida, y su pintura, un espectáculo íntimo y una singular comunión pública. Es tan atrayente su experimentación continua, que lo convierte en un artista hiperactivo, cambiando de ideas con frecuencia, reinventándose a sí mismo con creador. El libro recoge, y expresa, el testimonio polifónico de Rivera: ese combinar artes afines para abrir ventanas o espacios públicos, su propia personalidad que sale de sus cuadros para estar junto a nosotros.

Es uno de los escasos pintores ecológicos, si así podemos decir, que se atreve a llevar a extremos su propuesta, desde la pintura convencional, en sus inicios, hasta las formas más audaces de explicitarla que le ponen en contacto directo con el público, no la masa, en diversos actos, o actividades, en donde su arte pueda ser visto, vivido y hecho propio por los observantes.

Hay algo de propuesta cósmica, más allá de lo religioso tradicional, en lo que este artista propone, al hacer suyos los elementos singulares que mantienen la vida en nuestra tierra: aire, fuego, tierra, agua, más el elemento espiritual que da sentido a su labor y que lo hace expresarse por medio de palabras, “Manifiesto” lo llama él, que nos muestran a un artista dueño de su arte, en el cual la palabra, como elemento vivo, nos permite penetrar en su universo de color, de símbolos activos que dan fe de una construcción intelectual definida en su tiempo.

La vida de Rivera, su labor, son parte de una epifanía personal que resurge en las diferentes etapas que se nos muestran en el libro-catálogo. No es que esté detrás de una ventana, en sus inicios, sino que se ha convertido en La Ventana misma, eje de lo que vemos, sentimos y apreciamos en su labor, desde 1995 a la fecha.

Sus primeros trabajos, entre lo surreal y lo maravilloso, lo hacen avanzar hacia cambios apreciables, buscando alzarse sobre banderas, fuegos, observantes observados, aguas estáticas o temblando en su pupila y en la nuestra, todo diferenciado por esos ciclos cronológicos que son la sustancia del texto gráfico y de sus propias palabras, que no justifican nada, sino que se abren hacia su manera de percibir el mundo en el aspecto religioso, profano, místico. Como es un arte en permanente mutación, y siendo el artista sujeto de esos cambios, la pintura que hace se refiere a lo visto pero también a lo que adivina si se le mira con detenimiento.   

ALFONSO CHASE 2009
La propuesta de Cali Rivera ha sido elaborada a través de un largo proceso, donde su lenguaje figurativo y la abstracción se han dado la mano para comunicar los conceptos que fundamentan su trabajo.

La búsqueda de la espiritualidad, del equilibrio de la belleza; son preocupaciones constantes de su obra.  Tanto sus personajes mágicos, adornados y rodeados por elementos de la naturaleza, como las sugerencias de sus abstracciones, llevan el mismo centro, un lugar donde el individuo esté en armonía con el universo.. . Alma Fernández, Agosto del 2000

En los inicios de la producción artística y sistemática de Cali Rivera se encuentran dos series de obras figurativas: Musas del Cántaro (1995- 1996) y Sueños en Azul (1996). Ambas son el antecedente formal del conjunto Detrás de la ventana, de la serie La tierra como elemento, obras de imágenes de mujeres con flores, pintadas al óleo. Según el artista: “Mujeres de colores en un planeta sin fronteras, sin guerras. Utópica visión reflejada en seres oníricos de meditación disfrazada. Imágenes que gritan tolerancia a través de su entrega y silencio, reflejando el lado femenino de la humanidad. La espiritualidad es la que mueve el todo, la esperanza para el siglo que empezamos”. En el año 2000 se inauguró el Taller del Artista con esta última serie de obras que fueron el inicio de la exhibición Plegaria (Galería Nacional, 2001) y, hasta la fecha, de todo el trabajo en el que se ha Evocado a reflexionar acerca de nuestra responsabilidad para con la Tierra y su destino. Hugo Pineda, 2011

…”Al igual que en algunas otras culturas, en la nuestra, el oficio de hilar y tejer era un proceso explicativo del universo y las hilanderas se convertían en las diosas del destino, o sea, que al tejer se iba creando el mundo, se iba forjando el futuro de los seres que vivían en sociedad. Para Cali Rivera el proceso creativo en el que utiliza el textil, es parte de esa tradición milenaria y su destino es llamarnos a la reflexión y recordarnos el carácter sagrado de la Madre Tierra y nuestro deber de cuidarla”. María Enriqueta Guardia Iglesias 2011

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